Tras un periodo de relativa inactividad para ciertos sectores, como es el verano, el comienzo del nuevo curso puede ser un buen momento para que las empresas realicen una revisión de sus sistemas de seguridad.

Y es que, durante el periodo estival, es posible que si algunos sistemas no se han usado de manera continua se produzcan fallos técnicos o se originen vulnerabilidades que no puedan ser detectadas.

Además, la vuelta al trabajo de los empleados y la reanudación de las operaciones diarias hacen que este sea un momento idóneo para asegurarse de que todos los aspectos de la seguridad están bajo control.

No en vano, iniciar el nuevo curso con todos los sistemas plenamente operativos no solo previene incidentes, sino que asegura una vuelta a la actividad fluida, garantizando la capacidad de respuesta ante cualquier percance.

Dicho esto, y de cara a la protección de los activos empresariales, las revisiones y actualizaciones deben ser regulares. Veamos algunas de las razones:

Mitigar riesgos tras la inactividad

Como hemos comentado, muchas empresas reducen su actividad durante el verano, o incluso cierran temporalmente; esto puede incrementar los riesgos de vulnerabilidades no detectadas. Sistemas de alarmas, cámaras de videovigilancia y controles de acceso podrían haber sufrido desgastes, fallos técnicos o estar desactualizados.

Solo mediante una revisión exhaustiva se puede asegurar que todos los componentes del sistema estén operando correctamente y que no haya dejado de funcionar ninguna medida preventiva esencial.

Afrontar nuevas amenazas

El entorno de seguridad está en constante evolución. Las amenazas que afectan hoy a las empresas no son las mismas que las de hace tan solo unos meses. Cada día vemos cómo la inteligencia artificial provoca que los métodos de intrusión se vuelvan más sofisticados, los riesgos cibernéticos aumenten y las técnicas de robo se diversifiquen.

Realizar revisiones periódicas permite a las empresas adaptarse a estos cambios, actualizando sus sistemas con las últimas tecnologías y ajustando las configuraciones para contrarrestar nuevas amenazas.

Por ejemplo, si una empresa ha incorporado nuevas áreas de operación o ha realizado una reestructuración interna tras el verano, es fundamental reconfigurar el sistema de seguridad para adaptarse a los nuevos flujos de trabajo, acceso de personal y áreas críticas a proteger.

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Garantizar el cumplimiento normativo

En nuestro país, la normativa en materia de seguridad y protección está en constante cambio; en parte, para adaptarse a esos cambios que acabamos de mencionar. Así, mantener los sistemas de seguridad actualizados es una responsabilidad legal para muchas empresas, especialmente en sectores sensibles como el financiero, el sanitario o la distribución de mercancías.

Por eso, asegurarse de cumplir con la normativa más reciente de forma periódica garantiza que una empresa no quede expuesta a sanciones por incumplimientos, y también puede evitar demandas legales en caso de que un incidente de seguridad afecte a terceros, como empleados o clientes.

Prolongar la vida útil de los sistemas de seguridad

Como cabría suponer, el mantenimiento regular prolonga la vida útil de los equipos de seguridad. Al revisar y actualizar periódicamente los sistemas, se pueden detectar pequeños problemas técnicos antes de que se conviertan en fallos graves.

Pero no solo se trata de reducir los costes de reparación o sustitución de equipos dañados, también de preservar la protección en todo momento. Así, invertir en mantenimiento preventivo es, a largo plazo, mucho más económico que afrontar reparaciones urgentes o renovaciones completas.

Asegurar la confianza del personal y los clientes

Puede que sea el motivo menos evidente, pero no por ello el menos importante. Y es que, en el peor de los casos, el no dedicar el esfuerzo necesario a reforzar la seguridad a través de las revisiones pertinentes puede derivar en cualquier incidente que afecte a la confianza del personal o a la imagen frente a los clientes.

En el fondo, puede que la seguridad sea un socio silencioso, del que a veces solo se tiene constancia cuando falla, pero también es fácil detectar cuándo una empresa se toma en serio la protección de sus activos y el bienestar de aquellos.

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